Hace unos días, Ana me escribía
preguntándome si podía visitar su casa y ayudarla a adiestrar a sus perros.
Tenía dos, y con uno, un gran problema: es joven y jamás para quieto.
¡Ah!, los perros hiperactivos pueden
ser muy difíciles de manejar. Están en constante movimiento, nunca en el mismo
lugar, corriendo de aquí para allá, persiguiéndose la cola, mordiendo cosas.
Cuando un perro se encuentra en este estado, casi no escucha: no viene cuando
lo llamas, o si lo hace, echa a correr de inmediato, ya no hablemos de
ordenarle que esté quieto, que deje de ladrar o no salte sobre la gente.
El problema, tal y como le dije a
Ana, era no tanto la falta de disciplina (que es un gran problema) como no
haber suplido otra necesidad básica de un perro: el ejercicio.
Si no tiene el suficiente ejercicio,
un perro se vuelve hiperactivo. Hace todas estas cosas que no quieres que haga:
desobedecer, correr, perseguirse la cola, morderlo todo, rascarse hasta hacerse
daño.
Para hacer ejercicio y gastar toda
esa energía sobrante, tengo una lista de recomendaciones:
Más paseos, y más largos. Cuanto más, mejor.
Jugar a perseguir la pelota.
Jugar al tira y afloja. ¡Pero cuidado! Asegúrate de que no gane.
Enseñarle a morder sus juguetes masticables.
No va a ser fácil, te lo garantizo. A
veces no tienes tiempo, en ocasiones no tienes ganas. Pero dime, ¿quieres que
tu perro siga siendo desobediente, hiperactivo y ansioso para siempre, o prefieres
que logre tranquilizarse y serenarse?